
Era tarde, muy tarde, ya hacía rato que había anochecido y sabía lo que le pasaría al llegar a casa: papá estaría tirado en el sofá, mirando alguna película de terror sin percatarse si era su salón o el del vecino; Marie, Lucy y el resto de la familia estarían a punto de acostarse y, lo peor, mamá estaría aún en la mesa de la cocina, con su plato frío, esperando para echarle la bronca.
Mientras caminaba a paso descuidado, la pequeña suspiraba pensando en la recompensa que su madre le regalaría por haberse escapado de casa. Se puso a pensar en muchas cosas de camino a casa: sus secretos, sus sueños, sus vivencias... y cayó en la cuenta de que había cosas nuevas, que nunca antes había reparado en ellas. Y es que algo en ella estaba cambiando. Seguía siendo una niña, así es como la veían todos, y así la vieron siempre. Nunca le había molestado que la trataran como tal, porque ella también se sentía una niña. Pero ¿y ahora? ¿Qué había cambiado? ¿Por qué de repente no le gustaba que la trataran como a una niña? Sin saber por qué, pensó que ya no quería que los demás controlaran su vida, su manera de pensar y de actuar. Por primera vez, quiso hacer algo distinto, quiso emprender un nuevo camino dónde sólo ella pudiera decidir.
"Puede...que sea cierto, que sólo tenga 11 años, que me quede mucho por delante y que tenga mucho que aprender. Pero... si tengo que aprenderlo yo, ¿por qué no puedo hacerlo a mi manera?" pensó. No quería volver a casa, no quería enfrentarse a un padre indiferente que se había perdido todo el proceso de crecimiento y aprendizaje de sus hijas, no deseaba ver a esas odiosas hermanitas mayores que se pasaban el día metiéndose con ella, no soportaba la idea de que sus abuelos y tíos la trataran como a un bebé de tres años. Y mucho menos iba a desear que su madre le echara la bronca.
Por un momento recordó las palabras de su abuela: "Llegará un momento, uno muy corto, casi como un suspiro, en el que te darás cuenta antes que nadie de que ya serás alguien. Algún día sabrás lo que quieres, y sólo tú podrás hacerlo.". Y así fue como Chloe hizo caso a las palabras de su abuela. Cambió el rumbo de sus pasos, en lugar de continuar caminando por las largas calles llenas de casas unifamiliares dónde reinaba la felicidad, decidió irse al parque, introducirse entre los caminos de piedra, entre aquellas inmensas secuoyas centenarias. Fue allí dónde pasó su primera noche como una persona "libre"-como se definió a partir de ese día-, y allí fue dónde, acompañada de esos sabios y esplendorosos árboles, la niña creció y se convirtió en una mujer en su interior, aunque para los demás siguiera siendo sólo una niña de once años.
Aunque para el mundo sólo fuera una persona más, una niña de familia humilde, una estudiante de primaria de notable bajo, una hermana menor a quien tomar el pelo, una hija a quien castigar o una nieta a quien mimar. Era una mujer dentro de una adolescente, una más.
||_†τåммч†_||